Me despierto a las 06.30 y casi no he dormido. Llevo unos días durmiendo bastante mal y decido no tomar más Coca-Cola hasta nueva orden. No soy una persona que duerma demasiado pero me preocupa no tener sueño después de 4 horas en la cama y no es la primera vez que me pasa.
Después de hacer mi ejercicio y de desayunar me cojo un taxi que me deja en El Salado, unos baños termales a un par de kilómetros de la ciudad, justo dentro del cañón del Arroyo Bascún. El Salado se encuentra a los pies de un volcán y sus aguas son calientes por la actividad volcánica. Al igual que en otras ciudades ecuatorianas, la Historia de Baños está unida a la actividad volcánica y sísmica. Muchas veces ha tenido que ser evacuada siendo en 1999 la última vez. Aquella vez hubo una amenaza seria de erupción y el ejército obligó a la gente a salir de la ciudad. La gente no volvió hasta después de cuatro meses, y muchos se encontraron con sus casas y negocios saqueados. No hay volcán que sea tan cabrón como lo puede llegar a ser un ser humano.
La entrada en El Salado cuesta 1.60 USD y allí paso un par de horas. No veo a ningún solo extranjero y estoy entre ecuatorianos. Muchos me preguntan de dónde soy y charlo con todo el mundo. Allí conozco a Karina y a Nicole.
Karina lleva ocho años viviendo en Madrid y aunque sea de Ambato, a pocos kilómetros de aquí, se considera vallecana. No está casada pero lleva de novia con un español desde hace muchos años y de esa relación ha nacido Nicole. Su novio español no ha querido ir a Ecuador porque cree que es peligroso. Karina es encantadora y me da sus datos y me dice que contacte con ella si necesito cualquier cosa. También conozco a Rivera, quien para nada aparenta los 75 años que tiene. Dice que el secreto es ir a estos baños a diario. De sus tres hijos dos viven en Madrid y una en Inglaterra y está orgullosísimo. Tener hijos en el extranjero le ha permitido a él y a su mujer el poder conocer Europa y están orgullosísimos de sus hijos. Anteriormente nunca habían salido de Ecuador. Me está encantando charlar con esta gente y conocer sus historias.
Después de dos horas jugando con las diferentes temperaturas de las piscinas me cambio y dejo El Salado. A la salida me encuentro con Karina, su hermana, cuñado y la niña quienes me llevan en coche a Baños. Karina se ofrece a darme una vuelta por Ambato a las 14.00 pero me dice que tengo que llegar a las 14.00. A ver si puedo!
Una vez en el hotel, recojo mis cosas y me voy a comer. Me meto en Mamá Inés, donde me como un caldo de pollo, una ensalada y un zumo de papaya.
De ahí me voy a la terminal terrestre donde me cojo un billete de bus a Ambato (1 USD). He quedado con Karina a las 14.00 en la terminal pero llego a las 15.30 y no puedo quedar con ella. Lamento haber llegado tarde pero ahora no tengo tiempo de quedarme porque quiero llegar a Riombamba cuanto antes y comprar el billete de bus de mañana que me llevará por la Nariz del Diablo. Karina, perdona que no te llamara, te debo a ti y a tu novio unas cervecitas en Madrid, ok? Un beso muy fuerte a ti y Nicole!
A las 17.30 estoy en Riobamba y me instalo en el Hotel Tren Dorado, justo al lado de la estación de tren. Me dan una habitación enorme por la que pago 12 USD. Dejo las cosas y me voy a la terminal y para mi decepción me dicen que el tren de La Nariz del Diablo está cerrado por mantenimiento y que me tengo que esperar al próximo miércoles para hacer el trayecto. La Nariz del Diablo me apetecía un montón, pero bueno, qué se le va a hacer! Ahora sé que llegaré a Perú por lo menos un día antes.
La tarde la aprovecho para cortarme el pelo (2USD, una desesperante hora para que me corten el pelo) y me doy un paseo por el centro. Riobamba es una ciudad de unos 125 mil habitantes y la verdad es que no me llama demasiado la atención. Quise ir aquí por lo del trayecto en tren, por lo que un paseo por la calles me parece suficiente. Esta ciudad no tiene muchos edificios antiguos porque ha sido destruida por terremotos varias veces! Algo que me llama la atención es que hay mucho más porcentaje de gente indígena que en otros sitios.
Hago la compra en un supermercado y me como un sándwich viendo una peli en la cama. Al poco tiempo se me cierran los ojos y durante las siguientes doce horas duermo como un niño.