Diary for La vuelta al mundo en 477 días


(392) Cuenca, Ecuador: Cruzando una canalla frontera y llegando a la desértica costa peruana.

2009-07-11

Hoy me despido del hermoso país de Ecuador. Los días que he pasado aquí han sido maravillosos y me quedo con el maravilloso paisaje andino y la bondad de su gente. Los ecuatorianos me han parecido gente estupenda, quizás un poco más introvertidos que los colombianos pero maravillosos igualmente. Me encanta la idea de que a partir de ahora siempre que me encuentre con un ecuatoriano en España voy a tener algo más en común más en común y que me va a dar pie a conocer mucho más de esta comunidad. Siento que estoy preparado para continuar con mi viaje y pasar a Perú, pero Ecuador me ha gustado mucho más de lo que me esperaba y sé que volveré algún día para visitar sus únicas Islas Galápagos.
Hoy me tengo por delante un largo día de autobuses antes de llegar a Máncora (costa peruana), mi destino. Así las cosas me levanto a las 06.30.
Después de desayunar me cojo un taxi a la terminal terrestre donde me compro un billete de bus a la ciudad de Machala (tres horas y media, 4.5 USD). Durante el trayecto puedo observar algo que ya había visto pero que no había prestado mucha atención: lo feas que son las esculturas de las plazas y rotondas de las ciudades y pueblos de Ecuador. Son como figuras de un Belén gigante y parecen hechas de broma, con colores exagerados.
A las 11.50 llego a Machala y de la misma me meto en un bus que sale a las 12.00 en dirección a Máncora. Este autobús está genial por que se para en los puestos fronterizos para que te sellen el pasaporte y cambies dinero y así no te tengas que preocupar por cambiar de autobuses, coger un taxi o andar para pasar la frontera. Además sólo cuesta cinco dólares.
Después de una hora y media llegamos a Huaquillas, en la frontera con Perú. Allí hay varios puestos de cambio de moneda y por 71 dólares me dan 206 Soles, es decir a casi tres SOL por cada USD. Allí me sellan la salida del país.
De ahí nos vamos Aguas Verdes el primer pueblo por el que pasas en Perú, incluso antes de que te sellen la llegada en el pasaporte. Por esto da la sensación de que estás en tierra de nadie y eso pega mucho con el aspecto canalla y peligroso del pueblo. Aguas Verdes se ve mucho menos desarrollado que Ecuador e incluso me recuerda un poco a la frontera de Mahendranagar entre Nepal y la India.
El bus para una hora, así que me voy a buscar un restaurante para hincarle el diente a algo. A los tres minutos de andar me doy cuenta de que no parece ser muy seguro y que con mi pinta de extranjero llamo demasiado la atención. Además llevo todo encima y no quiero que me pase nada. Así las cosas como en un bar de la calle, lleno de moscas y donde me como un plato de cerdo frito con arroz con una Pepsi por 5 SOL (algo así como un euro).
Al volver al autobús veo a una inglesa hiperventilando porque la han intentado atracar en medio de la calle delante de todo el mundo. La chica llevaba el cinturón donde se lleva el dinero por fuera del pantalón, cosa que jamás de debería hacer. Al final no han conseguido llevarse el cinturón pero este capítulo me hace recordar los vulnerables que podemos llegar a ser y de que siempre hay que estar alerta mientras viajas por sitios poco seguros. Así las cosas, no os recomiendo que os deis mucha vuelta por Aguas Verdes, que no hay nada que ver y que la experiencia te puede amargar el resto del viaje.
A las 15.00 salimos en dirección a Máncora. En el puesto fronterizo peruano conozco a Luis Echevarría, un policía que tiene a su mujer viviendo en Barcelona. El quiere dejar Perú y vivir en España dentro de dos años, cuando su mujer pueda optar a la reagrupación familiar. Es un hombre encantador y me da la bienvenida a su país y me recomienda un par de sitios para que visite en la costa.
El paisaje de la costa es espectacular. Aquí todo es desierto y me recuerda un poco al desierto de La Guajira en Colombia (con la arena del desierto contrastando con el azul del mar). Me encanta haber dejado el frío de Los Andes y llegar a un sitio donde se lleven chanclas y pantalones cortos.
A las 17.00 el bus me deja en Máncora. Esta ciudad de menos de diez mil habitantes es el pueblo costero más turístico de la costa y te lo pintan como un destino de la jet set peruana, cosa que me resulta difícil de creer.
Me instalo en el hostal Arena Blanca, donde pago 50 SOL por una habitación enorme con vistas al mar.
De ahí me voy a dar una vuelta y acabo en el restaurante Máncora Summer Forever. Es un restaurante que tiene más de 70 años y me llama la atención lo hortera que es su nombre a pesar de su aspecto tradicional. El dueño de dice que siempre se había llamado Máncora Beach pero un inversor alemán le pagó un dineral por el nombre para hacer un hotel en la playa. Así las cosas cambiaron a Summer Forever hace unos diez años. Aquí me tomo un espectacular ceviche de pescado crudo (el pez es congrio). Acompaño el plato con una cerveza Cristal y pago por todo 20 SOL.
Hoy es sábado y se supone que hay mucha marcha nocturna, pero es pronto y está todo muy matado. Me doy una vuelta por la única calle que tiene Máncora y me vuelvo a la habitación a esperar a las 23.00 para salir a tomar un trago. Pero como suele pasar, una vez que llegas a tu habitación, te instalas y ves una hora de televisión concluyes que la marcha nocturna es para otros y te quedas sin salir. Así las cosas me veo un par de pelis en la tele y estoy dormido a las 00.00.
Máncora no me ha impresionado demasiado y creo que mañana mismo me voy de aquí. Me parece demasiado turístico y sin atractivo. En fin, ya veremos mañana. Buenas noches.